miércoles, 8 de junio de 2011

QAMAR






Qamar significa "Luna" en urdu (dialecto considerado idioma propio de Pakistán )....y así se llamaba él.

No recuerdo la primera vez que le ví. Pero me pareció más que atractivo, que hablaba muy bien español, simpático. Morenazo, con unas pestañas que te envolvían. Sonreía a través de sus negros ojos, y te daba calor sólo con mirarte. Siempre impecable. Elegante, cuidaba su imagen hasta el mínimo detalle. Abierto, expansivo, amable. Entrar en su tienda, era una pausa que agradecía.

Tenía una cicatriz en la ceja izquierda, que le identificaba. Sus bonitos labios, enmarcaban una sonrisa blanca y franca. Reía con la misma intensidad con la que gesticulaba y se emocionaba, cuando con vehemencia, tocaba puntos que eran valores primordiales para él.

Congeniamos la primera vez que hablamos. En la calle Caballero, en el barrio de Les Corts,  hay un "pakistaní" dónde dos jóvenes, uno de 25 y otro de 23, me alegraban las mañanas. El más joven, un tibetano, que me tenía enamorada. Qamar, el mayor, un pakistaní, que en poco tiempo me contó su vida...o parte de ella. El badulaque era suyo, y trabajaba todos los días de la semana.

Llegó a Barcelona con 12 años. Tenía otro hermano. Su novia, una rubia catalana, tan abierta cómo él. Yo solía pasar a menudo, y siempre, paraba, preguntaba al tibetano si Qamar había llegado ya. Solía hacerlo a partir de las 12h, porque luego se quedaba hasta pasadas las 23h
Pasaba rato hablando con él. De religión, de viajes, de lugares, política, de mi hijo, de su novia. Le llamaba la atención mi persona, mi vida, mi trabajo. El que viaje sola. Y a mi me gustaba mucho cómo hablaba, su voz, lo bien que hablaba español, su rotundidad, su mirada, su fuerza, su energía, la vida que había en él. Integrado completamente, hablaba catalán y castellano. Personificaba la integración sin renunciar a los propios orígenes.

Me sentí orgullosa cuando me pidió consejo sobre a qué ciudad ir a pasar cuatro días con su novia. Les recomendé París. Y semanas más tarde, me enseñaba, orgulloso las casi 400 fotos de su estancia en la ciudad de la luz y del amor.

Pero supongo que nunca lo sabemos todo de los demás. Y es probable, que Qamar tuviera algún lado oscuro....como la luna.
Pero lo dudo tanto...antes creo que se cometió un error, que le costó la vida.

El 23 de mayo, a las 13:30h (momento en que el tibetano comía en la trastienda, como cada día, y momento en el que yo hubiera podido estar allí hablando con él, como tantísimas otras veces...) un encapuchado, entró en el local, y sin mediar palabra, le disparó a la cabeza. Unos segundos interminables, y 4 disparos más. El asesino, salió corriendo...

Y así, 5 balas, le arrancaron la vida al pakistaní más buena gente que he conocido nunca.

No daba crédito a la noticia. De hecho, no lo relacioné de entrada. Lo pude confirmar ayer. Y allí, en el badulaque, donde tantas veces charlamos, reímos...lloré frente a su tío, un desconocido, que pudo comprobar una muestra más de lo querido que era su sobrino en la calle, en el barrio. Mientras mi cerebro asimilaba que efectivamente se trataba de él, mis ojos se quedaron clavados en una postal de Santa Sofía (Estambul) que él mismo, enganchó a la pared, cerca de la caja registradora. Aquélla foto, fue el pretexto para una de nuestras primeras conversaciones. Yo había estado recientemente en Turquía, y le daba mi opinión sobre lo que había visto... La miraba sin verla. Lloraba. Y me daba igual mi uniforme, su tío, un señor que no me conocía de nada. Me daba igual todo. Habían matado a Qamar. Cuatro palabras.

Parecía una película. De repente sentí que estamos en un mundo sin ley...por mucho que se empecinen políticos y organismos.

Recuerdo la última vez que lo vi. Iba muy, muy guapo, llevaba una camisa de color marrón oscuro, con una rayas verticales, de color café con leche, olía muy bien, y una llamada a su móvil nos interrumpió. Con un gesto, me dijo, que me esperase un momento....pero le dije, que me pasaba más tarde...no lo hice, pero por nada en especial. Pensé que ya lo vería al día siguiente.

Hace poco, me explicaron que hay unos indios, cuya parte de su filosofía, consiste en ir cerrando círculos. Que al despedirnos de alguien, lo hagamos como si fuese la última vez...porque no sabemos si volveremos a ver a ésa persona.

Hoy, volviendo del trabajo, en el autobús, lloraba, mientras miraba por la ventana...él se colaba en mis pensamientos. Su risa, cómo me hablaba de su novia, cómo me preguntaba por qué yo no tenía novio. Me preguntaba por mi hijo, dónde iba este verano. Siempre, siempre sonreía. Optimista y vital...

Tenía 25 años, sueños, proyectos, toda la vida por delante. Y sabía cómo se llamaba mi hijo.

Gracias por lo compartido...Hasta siempre Qamar.

NOTA: Al día siguiente de escribir esto, me acerqué al badulaque con mi pequeño, y compré un clavel rosa pálido. Se lo entregué en mano a su tío, mientras lloraba. Mi hijo, que en dos meses cumplirá 4 años,  me preguntó por qué lloraba "Me estoy despidiendo de un amigo..." Y siento que he podido cerrar el círculo con él.

5 comentarios:

  1. Carme, molts ànims. Quina història...

    Estic segur que en Qamar se sent bé i content pel que has fet i escrit, allà on sigui, n'està molt agraït.

    Gràcies per compartir-ho amb nosaltres, i repeteixo, ànims.

    UN petonàs ENORME!

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  2. Me he emocionado muchísimo. Qué historia y qué final más triste. Este mundo a veces es una mierda...

    Descanse en paz.

    Muchos besos, guapa..

    Sele

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  3. buff.... los pelos como escarpias!!!

    lo siento muchísimo, Carme.

    egoístamente hablando, espero no tener que pasar nunca por eso, pero al paso que vamos me temo que vamos a tener que lamentar la pérdida de otros Qamar.

    Un beso

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  4. Carma, se que esperas un comentario algo más extenso... pero no, ahora no. Quizás más tarde. Ahora estoy sin palabras.

    Mucho ánimo Carma.

    Un besazo.

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  5. Acabo de llegir-te i m'he quedat glaçada.

    T'envio una forta abraçada!!

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