domingo, 17 de enero de 2010

ANICCA

Para mí una forma muy común de malgastar la vida es no cuestionarse las cosas; no detenerse a reflexionar en el sentido de todo. Y si bien es cierto que el ser humano lo viene haciendo desde que el hombre es hombre, la sociedad ha alcanzado tal punto de evolución en el que según cómo te tachan de paranoico si no te limitas a seguir al redil.

Conformarse con lo que nos dicen que hay que hacer; no salirnos del camino marcado...
Hace poco conocí a una filósofa y cuando le pregunté qué era la filosofía, me respondió: "la filosofía nos enseña a pensar". Esto parece muy simple y no lo es tanto. Uno puede pensar y pensar, pero, cómo en todo, hay que saber cómo y qué estamos pensando ya que, es precisamente así cómo el ser humano crece más allá del concepto físico: pensando.

Dicen que el ignorante es feliz. Conozco a muchas personas que opinan que darle vueltas a las cosas sólo nos conduce a amargarnos. Según ellos hay que resignarse y aceptar la vida tal y cómo viene. Debo ser un especímen anómalo ya que le doy mil vueltas a casi todo y cada día intento no olvidar que las cosas hay que aceptarlas tal cuál son...aunque no siempre y no todas. El matiz estaría en aceptar lo que no podemos cambiar e intentar modificar lo que creemos que sí.

El universo está en permanente cambio y todo lo que hay en él también. Inclusive el ser humano. Si la clave para que las relaciones entre nosotros sean fructuosas y satisfactorias está en aceptarnos unos a otros tal cual somos, estamos hablando de que nuestra capacidad de tolerancia ha de ser absoluta. Pero, ¿qué es ser tolerante? aceptación y respeto a que el otro sea.
En otro momento me extenderé más en los diferentes patrones de personas; hoy quiero hablar de las personas que tienen un ritmo de ser, de vivir, de pensar diametralmente opuesto al nuestro, o en su defecto, claramente diferente. Apuraré más: podemos estar frente a una persona que sea muy similar a nosotros mismos, pero que ambos en este instante nos encontramos en momentos personales muy diferentes, y en consecuencia, nuestros ritmos internos (que proyectamos indefectiblemente en nuestro exterior) sean asincopados.

Llegados a este punto me gustaría hablar de un concepto al cual en una conversación "casual" conocí por su nombre y que en una etapa de mi vida estaba muy integrado en mi...aunque de forma inconsciente y por tanto inmadura.

ANICCA significa IMPERMANECIA. Todo está en permanente cambio, todo es inconstante. El hecho de entender este proceso del constante cambio –personal e impersonal, interno y externo- puede ayudarnos a enfrentar los acontecimientos de la vida diaria: vemos cómo las amistades pueden deteriorarse, cómo los enemigos pueden convertirse en nuestros mejores confidentes, cómo las situaciones difíciles pueden redundar en beneficios y cómo, de igual manera, el cumplimiento de nuestros deseos y sueños puede resultar, a la larga, frustrante. En este sentido, la comprensión de la impermanencia y la meditación sobre ella puede producir en nosotros efectos inmediatos y convertirse en un eficaz antídoto para neutralizar nuestro excesivo apego a cosas y personas que deseamos. Ayudándonos así a desarrollar nuestra tolerancia a TODO y aminorando el riesgo de grandes traumas.

Así que, de todo esto llego a la conclusión de que hay que "fluir" y permitir que todo "fluya" comenzando por nuestros pensamientos. Es la forma de no quedarnos atascados en absolutamente NADA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario